Por no lavar los platos utilizo una polo rosa

La verdad es que no soy un buen ‘amo de casa’ (me da risa esta ‘ocupación’, recuerdo que en la primaria cuando tenía que llenar alguna fórmula en ocupación de mi mamá siempre ponía ‘ama de casa’). Soy un fiasco para todas las tareas que componen el ‘que hacer’ (otra frase que me encanta): cuando barro estornudo, soy alérgico al polvo; trapear más o menos me gusta, pero siempre termino en una esquina de la habitación esperando a que se seque el piso;  lavar ropa no me molesta, pero me da hueva colgar la ropa recién lavado, por lo mismo siempre termina con olor a humedad; y planchar, la segunda vez que me aventuré a hacerlo me quemé un dedo con la punta de la plancha, aún tengo la marca en el pulgar. Así que por acuerdo implícito, y con la ayuda de Sofía ojos de pistola que va un día a la semana, mis tareas en la casa se reducen a sacar la basura y lavar los platos. Con sacar la basura no tengo problema, pero cómo me cuesta trabajo lavar los platos.

Yo no sé si es normal, pero siempre termino por lavar una montaña de platos. Es extraño porque un día en el fregadero (je, también me gusta) hay sólo un par de trastos (¿qué tal esta?) y al día siguiente todo una pila. Así que empiezan los problemas: como no hay platos planos, uso los platos hondos para preparar quesadillas de microondas; como no hay platos hondos porque los usé para las quesadillas, utilizo las tazas para comer el cereal; como no hay tazas porque las utilicé como platos hondos, uso los vasos para el café o té; como no hay vasos porque los usé como tazas, me empino el líquido en cuestión directo del recipiente; como el líquido en cuestión indudablemente se escurrirá en la playera cuando lo tomo directo del recipiente, entonces me tengo que cambiar y poner una playera limpia, y como no hay suficiente ropa limpia porque sólo se lava una vez a la semana, termino poniéndome la polo rosa que me regalaron en la revista. Y claro, todos se burlan porque utilizo la polo rosa y la combino con mis Converse de niña. Chale.

Solución: tener más cuidad al tomar directo del recipiente, comprar más playeras, o lavar los platos más seguido. Pero, ¡ah¡, cómo da hueva esta última opción.