Soy adicto

Adicción: Hábito de quien se deja dominar por el uso o consumo de algún producto. Según esta definición yo soy adicto desde niño al helado en todas sus manifestaciones; de parque, casero, Santa Clara, de crema, Roxy, italiano, Häagen-Dazs, de bote, Michoacana, de agua, Ben & Jerry’s, de la esquina, Dairy Cream … En verdad creo que es el único producto en el mundo que podría simbolizar felicidad. Nunca he visto a un hombre, niño, mujer, animal o cosa que llore o esté triste mientras lame un helado. Comprobarlo es tan sencillo como mirar un domingo cualquier heladería; todos ríen, platican, festejan, se abrazan. Creo que la sensación que produce en el paladar la combinación de cremosidad, sabor y frío es un rush de felicidad. Y yo, soy adicto a esas sensación. Tanto que en promedio ingiero tres helados por semana.

Pero además del helado, este año he adoptado una nueva adicción:

Méndigas pastillitas de canela. Tan inocentes que se ven. Empecé por comprar una caja. En dos o tres semanas se terminó y volví a comprar otra. Se volvió a terminar y… ahora me termino una de estas casi cada semana. Chale, por primera vez comprendo a los fumadores; a cada rato tengo la necesidad de tener una de estas cosas redondas y rojas en la lengua. He intentado cambiar este producto yanqui por uno mexicano, pero nada; ni las Halls ni las TicTacs ni las Ice Breakers ni siquiera las también gringas que venden en Starbucks logran suplantar el sabor a canela de las Altoids. Así es, me he dejado dominar por este producto gringo. Ni hablar. Para vencer una adicción primero hay que aceptarla. Así que:

Hola, soy Volován y soy adicto a las Altoids de canela.

Nota: nótese que no dije: “soy Volován y soy adicto al helado”. Esa adicción la disfruto y no quiero combatirla. Mmmmm… helado.